La Policía panameña ha vuelto a exhibir su desdén por los derechos civiles propios de un Estado de Derecho y por su propio lema, "Proteger y Servir", en este caso al maltratar y arrestar violentamente a un periodista mientras cumplía con su trabajo.
En medio de la represión policial contra una protesta de apenas medio centenar de estudiantes, el pasado jueves, el reportero Juan Cajar, del diario La Estrella, fue abatido violentamente por tres efectivos antidisturbios que lo agredieron y esposaron ya en el suelo tras hacer caso omiso de la ostensible identificación profesional del periodista.
Este hecho, ampliamente difundido con videos y fotos en las redes sociales, ocurre paradójicamente pocos días después de que al presidente de Panamá, Laurentino Cortizo, se le concediera el honor de inaugurar la 76 Asamblea General de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).
Y lo hiciera rubricando públicamente y en nombre de su país las Declaraciones de Chapultepec y la de Salta, documentos comprometidos con el respeto irrestricto al ejercicio del periodismo y a la libertad de expresión.
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Detenido por muchas horas
En medio de sus frustrados esfuerzos por liberar al reportero apresado, a las puertas del habitual siniestro calabozo el director del periódico La Estrella, el veterano periodista Gerardo Berroa, explicó en declaraciones a los medios locales que "este hecho va más allá de una ataque a la libertad de prensa".
Se refería Berroa al hecho, en primer lugar, de que a sus esfuerzos sin resultados se habían unido sobre el terreno los del presidente del grupo editorial del diario La Estrella, Eduardo Quirós, y los del secretario de Comunicación de Presidencia de la República, Fernán Molinos, por instrucciones del Jefe del Estado.
"Esto es un caso de insubordinación de la Policía Nacional", dijo Berroa y consideró igualmente grave que esta institución "haya mentido" al emitir un comunicado en el que aseguraba que el periodista maltratado y arrestado no se había identificado profesionalmente, cuando en los múltiples videos difundidos se puede observar lo contrario.
El caso es que por instrucciones del director de la Policía, Jorge Miranda, y a pesar de las instrucciones procedentes de la Presidencia de la República, el reportero de La Estrella permaneció detenido durante muchas horas.
Pretendía Miranda que el detenido firmara un documento en el que constatara que no había sido maltratado, lo que consiguió, aunque en los mencionados videos se observaba lo contrario, y también que cumpliera con el protocolo de ser examinado médicamente para que el periodista no pudiera alegar posteriormente haber sufrido daños a manos de sus captores.
Todo esto cuando ya había recibido la orden, con emisario en persona, procedente de la jefatura del Estado de que liberara de inmediato al periodista injustamente tratado y detenido.
El desdichado reportero debe presentarse aún ante un juez de paz, en calidad de "implicado" en unos disturbios, el próximo martes, por que las autoridades policiales quieren cumplir con un protocolo que justifique su actuación.
No es común que las protestas en Panamá concentren una masiva asistencia, y sí, como la de ayer, que no sumen más de un centenar de personas, y que la presencia policial sea más numerosa hasta llegar a tres policías fuertemente pertrechados por cada manifestante.
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Detención arbitraria
Y no es la primera vez en los últimos meses, por ceñirse a un margen de tiempo, que la Policía panameña es objeto de denuncias ciudadanas y de organismos internacionales por su trato abusivo.
El director para América de la organización Human Rights Watch (HRW), José Miguel Vivanco, escribió personalmente hace pocos meses una carta al presidente Cortizo instándole a que la Policía panameña dejara de maltratar a las personas por su condición de género o aspecto, después de varias y graves denuncias.
El compromiso público de atender la petición de Vivanco sirvió de poco, y semanas más tarde una patrulla de policía arrestó en la capital panameña a dos mujeres por que las vio besarse dentro de su vehículo y lo consideró un acto de escándalo público.
Este viernes, Vivanco denunció que la detención del periodista de La Estrella fue "arbitraria" y cuestionó al ministerio de Seguridad panameño por "encubrir" a la Policía.
"La Policía panameña detuvo arbitrariamente al periodista Juan Cajar cuando cubría una manifestación, aunque mostró repetidamente su credencial. Lo acusan de "alterar el orden público". ¿Cómo es posible que el @MinSegPma encubra a la Policía afirmando que no traía identificación?", escribió en su cuenta de Twitter.
Las principales asociaciones de periodistas de Panamá emitieron igualmente este viernes un comunicado en el que denuncian tanto el arresto del periodista de La Estrella como la violación por parte de la Policía del derecho a manifestarse.
El secretario general del oficialista Partido Revolucionario Democrático (PRD), Pedro Miguel González, condenó los hechos y pidió "investigar quién y por qué dio la orden de reprimir una manifestación pacífica y arrestar al periodista que cubría la noticia".
"Una acción absurda como esta hace perder la confianza en nuestras autoridades", añadió en un pronunciamiento público.
La presencia de la Policía panameña en las calles no suele proporcionar sensación de tranquilidad sino de cercanía de un problema gratuito.
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Las formas de la mayoría de sus efectivos al dirigirse a los ciudadanos por cualquier motivo está en las antípodas de lo que enseñan sobre civismo en el Eton College (UK), paradigma internacional de la buena educación.
A pesar de no tener Fuerzas Armadas desde la década de los 90 del pasado siglo, el ministerio de Seguridad mantiene, por ejemplo, unas patrullas callejeras de parejas conocidas como "Linces", que recorren permanentemente la ciudad con uniforme de campaña en moto con cascos polarizados y fuertemente armados, más propias de un territorio inmerso en un conflicto bélico.